MI MENTE ESTA DESPIERTA.
mi madre siempre me negaba, de mi padre nunca supe,reprochaba el corte de mi pelo y las ganas con que le entro al chupe.
Me vale, le decías; déjame escuchar el F.M., departir el carrujo con los ñeros, mi amor por la marihuana, el rock y el viaje.
Por eso que aunque mis ojos vean el hambre de mis hermanos la miseria y los orines mi cerebro alucina, con mundos maravillosos, hierve la sangre, muestro el pecho lleno de pelos y el alma también.
Ella, mi madre, siempre se enojaba porque me levantaba al cuarto pa’ las cuatro, con los ojos llenos de lagañas y la garganta extrañando el pisto.
Como no me iba a sacar de onda, cuando en la casa de mi jefa desayunaba pinche ayocotes, de vez en cuando un huevo, carne agusanada, tortilla subsidiada y café, del más corriente.
Después de alimentar a las amibas, salía por entre los tendederos, oliendo los calzones de las viejas.
Le llegaba a la tiendita para solicitar la caguama; los malboro sustraía preciso.
Como no voy a rebelarme si la tira cada vez que me apaña; me acomoda mecos chingadazos.
Es por eso que mi mente está despierta que mi cuerpo se masturba, que mi sangre hierve.
22 de Agosto de 1984.
Alfredo Arrieta Ortega.
mi madre siempre me negaba, de mi padre nunca supe,reprochaba el corte de mi pelo y las ganas con que le entro al chupe.
Me vale, le decías; déjame escuchar el F.M., departir el carrujo con los ñeros, mi amor por la marihuana, el rock y el viaje.
Por eso que aunque mis ojos vean el hambre de mis hermanos la miseria y los orines mi cerebro alucina, con mundos maravillosos, hierve la sangre, muestro el pecho lleno de pelos y el alma también.
Ella, mi madre, siempre se enojaba porque me levantaba al cuarto pa’ las cuatro, con los ojos llenos de lagañas y la garganta extrañando el pisto.
Como no me iba a sacar de onda, cuando en la casa de mi jefa desayunaba pinche ayocotes, de vez en cuando un huevo, carne agusanada, tortilla subsidiada y café, del más corriente.
Después de alimentar a las amibas, salía por entre los tendederos, oliendo los calzones de las viejas.
Le llegaba a la tiendita para solicitar la caguama; los malboro sustraía preciso.
Como no voy a rebelarme si la tira cada vez que me apaña; me acomoda mecos chingadazos.
Es por eso que mi mente está despierta que mi cuerpo se masturba, que mi sangre hierve.
22 de Agosto de 1984.
Alfredo Arrieta Ortega.