viernes, 18 de septiembre de 2009

EL PENSAMIENTO ES POLVORA


EL PENSAMIENTO ES POLVORA .



“ Un soldado alemán entró al estudio de Pablo Picaso, miro para todos los lados y descubrió una postal del mismo Pablo. Era una postal del Gernica. El militar germano le dijo a Picaso que si él hizo eso.
Picaso en su condición de español de ley y de conducta le dijo sin inmutarse, eso lo hicieron ustedes”.

Hace 53 años me parieron. Las condiciones de esos tiempos no eran tan malas si consideramos que hoy por hoy cualquiera te da una puñalada. Y además te la da con todo afecto. Te pude mostrar una sonrisa almidonada, decirte hola señor, y sujetar su daga y clávarte el filo de su facón sin el más mínimo temor de Dios.

Esos tiempos quedaron marcados aquí en mi cabecita cuando veía a mi mamá vestir unos trajes de una marca que se llamaba Catalina . También vendían trajes de baño. Salian en las revista de esos tiempos una mujer que todos querían ver; era tan bonita, Su país de origen era Italia y se le conocía por Sofía Loren.

Por las calles de la ciudad de México, se podían observar a las personas comportarse como eso. Ayer, la tarde de ayer, en la Avenida Ejército Nacional un vagabundo sentado en un camellón mostraba su lengua a los que pasaban. Nunca había visto una lengua tan grande , tan roja. Un ñero situado en el otro extremo le pidió que la mostrara. Y jadeándo como perro pastor y sumergido en su locura se reía divertido con las caras ilusas que pasaban.

Una vez, me encontraba de educando en el jardín Juan Ruiz de Alarcón, mi mamá me peinó como si yo fuera un pollo. Y ay de mí si protestaba por el aspecto de mi cabello, partía un limón, se lo frotaba en las manos y me embadurnaba los rubios pelos. No se si serían las nueve o las diez, pero las ganas de mear me estaba acosando. Busqué la manera de desalojar las aguas del riñon pero la mestra , la bona mestra me ordenó tajante que me quedara quieto. Recuerdo que Mica siempre me ponía un pañuelito en la bolsa de la camisa. Asi que lo saqué discreto y me lo coloqué dentro del blanco pantalón. Los demás hacían la o , y otros dibujaban primaveras. Y lo que me preocupaba a mi era quitarme la ansiedad de hacer chis. Por medio de contracciones emitía pequeños chorritos de agua, lo hacía lentamente como procurando no importunar a otros con mis olores. El chisguete salía con fuerza, de esta manera fui mojándo el pañuelo entero. Comenzó a escurrir y a escurrir, pasando después hacia todas las área del pantalón.De pronto me encontraba sentado en un océano de orines, mis orines. Un color rojizo se asomó por mis orejas. Ese día supe de la saña del ser humano, el que se burla, el que te dice, el que te hace, el que te apuñala con y sin cuchillo…

Debió ser Alberto el muy hijo de puta el que me descubrió. La maestra de la inquisición puso su grito en el cielo. ¡ Un niño se mió ¡.El resto de pelafustanes con sus carcajadas de locos señalaban mis pantalones de agua..

Eran los tiempos que yo escuchaba. Sonidos que venían de Cuba, una negra que decía que traía yerba santa pá la garganta,un charro que cantaba un tango de un tal Contursi, se hacía el preámbulo y su voz sonora, potente te decía que quería abrir lentamente sus venas, y que quería verter su sangre a los pies.En las misceláneas se vendían unos tubos rellenados con aserrín y que te servían para calentar el boiler. Había un hombre con una jeringa de espanto que cuando llegaba a la puerta de mi casa, corría a ocultarme invadido por el pánico. Nada mas de imaginar que mi nalga sería picada por esa aguja , no lo podía tolerar.

Las gentes de esos años cuando menos eran leales, cumplían su palabra, te daban la mano. Incluso cuando estaba en mala situación el más dispuesto de daba un vaso con agua clara.
Si tú tenía un defecto físico o una malformación no eras blanco de las burlas, pero lo que si no se podía soportar que alguno fuera pendejo.

A pesar de mi estatura fui capaz de líarme con el que se me pusiera enfrente, no le temía a la muerte por muy rigurosa que fuera . Además cuando lograba escuchar en un instante el corrido de Juan Charrasqueado me imagina subido en un hermoso cuaco galopando por las calles de Merced Gómez.

Una de la imágenes que más recuerdo fue aquella en que dieron las doce. Salí de la escuela y al doblar la esquina se me aparecieron como cinco sujetos de once años, con sus miradas turbias, sus caras malditas el lenguaje de sus cuerpos era de amenaza real. No sé que me requerían, es posible que intentaran quitarme mis pesos de plata. Uno de ellos , el que parecía ser el jefe, me zampó un golpe que me dejó sin aire. El acto reflejo fue agacharme y tratar de cubrirme la cara. Porque desde esos tiempos cuando me miraba en el espejo y hacía mis gesticulaciones para decir o tornar, ya descubría en mí un aire de Roger Moore.

Perdí la cuenta de cuantos golpes me dieron, eran diestros y siniestros los cabrones. Cuando me repuse, y después de llorar. Hice de tripas corazón y llegué a mi casa fortalecido.
Desde entonces usé las manos para defenderme. También sé que cuando me enojo no hay quién pueda controlarme. Sin embargo y debido a mi cultura , sé que no debo de comportarme como un animal, pués soy un ser humano, no soy el hombre elefante , ni el repulsivo de la catacumbas ni el maléfico luzbel. Cuando estoy a punto de partirle el hocico a alguno, como que me entra la voz de la conciencia y me dice: No lo mates, no lo mates. ¡ Piedad para el que sufre ¡ . Pero te juro que estoy así, a milímetros del coraje extremo.
Hay seres que en este mundo no debían existir.Debiera haber un proceso de selección natural para ir eliminado la mierda de la especie. Y ahora que está por celebrarse el nacimiento de Charles Darwin deberíamos de comenzar:

¿Por ejemplo para que te sirve un diputado mexicano?
¿ cuál es la razón de su paso por este mundo ?
¿ qué sentido tiene que en este mundo viva el yupie?
¿ a quién se le ocurrió esa mierda de los corporativos ?.
¿Los pinches gobiernos?.
¿ la maldad y la infamia?
¿ las ciudades?

Es todo un mundo de raleas, él que te invoca, el vulgar, el hijo de puta, quizá el soldado, quién vive en el desaliño, el que se da golpes de pecho, el hipócrita, el inutil, el perverso, el arrastrado, el mico y el servil. y hasta el que egresa del ITAM.

Es posible el loco, el retrasado, el que organiza asambleas, quién te toma la foto para el carnet de identidad, el merolico y el payaso, el asesino y quien te filma, el director de una cárcel, quién miente y quién trafica.

Mi abuela abrió su ropero y como un personaje de Cri cri, me mostró un rifle que algunos le conocen como de retrocarga .fue entonces cuando lo tomé entre mis manos y cosa extraña tocar sus contornos, mover lentamente el gatillo, me provocó un placer casi similar a cuando tocó mi guitarra, una nalga de mujer, escucho una canción y me tocó las bolas.
Ella entrecerró sus ojitos y me preguntó si yo sería capaz de matar a alguien. No lo sé, si el daño que me causara se pagara con dispararle pués si lo haría.entonces me llevarían a la cárcel y comería del rancho, purgaría como treinta años de prisión.

Es 1969 y yo no sé cuantos años tengo. Es que las pinches matemáticas siempre me causaron líos, dos más dos y le quitas cinco y luego le jincas seis…
Voy entrado en una calle que le llaman la Soledad, es un barrio patético, también le dicen la Candelaria de los patos. Aquí la fauna es variada, individuos que todos el día van tirando de un diablo, llevando mercancías del día. Viciosos , borrachos de mala muerte, sucios, niños extraviados, indígenas mazahuas, putas de rancho. Allá, recargada en una esquina conversan dos rameras, ahora les dicen zorras. Una de ellas va vestida nada más por la mitad. Muestra las piernas insinuante. Lleva un bolso que otra le vendió. Platican sobre labiales, de cremas baratas, nunca de viajes o de risas, tampoco del recuerdo de sus padres ni de sus localidades. Se encuentran a la espera del pene del mecapalero, quizá de un albañil. Una de ella la más ruca me mira de reojo, interrumpe su platica y me toca el hombro.¿ Quibas guerito vienes conmigo ?. Me entra un miedo que no se como explicarlo. ¿ A donde?. Ella me señala un neón apagado, son las seis de la mañana.

No sabía cuantos años tenía ni tampoco había descubierto que eran los placeres de la carne. Mi viscera cardiaca se contrajo de momento, las manos emitían un sudor tan grande que de momento me recordaba mis años de mión. Busqué perderme entre las gentes, entre el tumulto de morenos. En la esquina de quién vende chiles secos el charro Avitia decía a grito pelado : “ Ya no escuchas el pitido de mi carrao de camotes, tal vez algún ingeniero te paso pitando en coche, ya cambiaste el morralito por una bolsa de broches”

Desde siempre estudié la psique de los bueyes, su comportamiento, sus caras de cuando te van a hacer algo.
Una vez recibí una llamada que me dijo :

Hay unos invasores en el terreno de tu hermano.
Me fui como pude a los rumbos de Santa Fé por el antiguo camino a Santa Fé.
Mi hermano tenía un terreno que le otorgó el gobierno de la ciudad, no sé porque razones. El decidió construir unos cuartitos hechizos y con el propósito de que pareciera que ahí vivía gente. La entrada se hizo con las tablas que quedaron de las duelas de la casa de Mixcoac, se le compró un candado, pero no le incorporamos perro alguno.

Cuando estuve en ese sitio al que le decían la Pólvora, descubrí que una familia habitaba en los cuartos y en el terreno de mi hermano. Toqué levemente y logré descubrir un viejito como de un pueblo, sentado en cuclillas y atizando un soplador para encender el anafre. Vi la lumbre, las llamas de lumbre. El viejo me dijo que pasara, me preguntó por mi presencia. Le dije que ese terrenos y sus cuartos eran propiedad de un familiar. Le dije que ellos eran invasores. Le pedí que tomarán sus cosas y se marcharan. La respuesta del señor fue lacónica y siguió echando aire al agujero del anafre. Volví a insistir y sabiendo del poder del mierda que gobierna, le dije que si no salían, ellos vendrían y lo sacarían por la fuerza. Pués entonces los espero, después de que yo haya desayunado..

A punto estaba de treparme a mi Renault, cuando llegaron gentes, si eso que llegó se puede llamar gentes, y bajaron con la ira en sus rostros. Uno de ellos, el golpeador más activo, comenzó a tirar los techos de lámina, tiró patadas como si de un buey se tratara.. Acto seguido y amparado en una credencial del Departamento del Distrito Federal, arrojó los trastes del anciano, había niños que lloraban. Al bestia no le importaba y sus botas agarraban de balón los jarros, algunos frascos, y de pilón intentó darle una patada a un gato gris.
Las pertenecías terrenales de esta familia, consistentes en chacharas, mezcladas con otras chacharas. El acto de violencia se convirtió en mudo silencio. Estas personas humilladas todo lo posible, me miraban desconcertadas. Me acerqué al viejto del rancho y le ayudé a subir sus cosas a un triciclo, después con sus penas a cuestas se alejaron por la orilla del camino y en dirección a una chimenea de una cementera que se llamaba La Tolteca. Subí al carro, me saqué los Viceroy, y me dije cuanta mierda,mi cerebro hizo contacto con la imagen de Octavio Sentíes que seguramente se encontraría tomándo su nescafé, echándole una ojeda a los múltiples pedos que ocurren en esta ciudad de seres desalmados, miserables.

Haya momentos en que las personas debieran ser autistas:

Eran las nueve menos cinco todo esto con el propósito de confundirte. Entré a un edificio que representaba la Secretaría de Comercio, su hombre importante Jorge de la Vega, el presidente; Miguel de Lamadrid.Mi jefe: Antonio Murrieta Necoechea, mi otro jefe; Jorge Salazar.
Ese día lúgubre entré con mi padre hasta el piso cinco. Si los recuerdos no me mienten tenían un traje azul de pana que alguna vez, una samaritana me compró en Suburbia de León Guanajuato.
Preguntó por un señor. La dama de 25, con sus ojos esmeralda o quizá mar, explicó que al hombre a quién buscábamos no estaba, sus pasos laborales lo llevaron a Chihuahua. En esas estábamos cuando de una oficina salió El señor Salazar, nos comentó nuevamente por la ausencia del personaje y me pregunto por mi actitud al trabajo.

Me quedé de inmediato integrado al servicio federal mexicano.

Una vez instalado en esa maraña de papeles, golpes bajos y etcéteras, pasó un señor, me miró como si yo tuviera un valor cercano a la cagada. Dio sus instrucciones y una mujer de pelo corto y mirada sin interés me dijo sin más que su jefe, el licenciado de no se qué, quería que saliera de ese cuarto con vidrios. Recordando que todos en mi familia lo que nos sobra son huevos, le dije a la señorita que si ese sujeto quería que yo desalojara el lugar, que fuera el y me lo pidiera amablemente. No lo hizo, y nunca saqué mis nalgas magras de ese sillón de piel.

Posteriormente los demás entraron en preocupación porque sabían que mi padre siempre andaba armado, con una pistola pavorosa creo que del tipo magnum. Me pidieron que por favor no le dijera a mi papá, lo que sucedió. Que no fuera que lo buscara y le metiera dos balazos en la cabeza. No estaría mal usar el poder para someter al prepotente, al altanero, a quién mete la mano, a quién firma un papel.

Posteriormente el edificio cayó al suelo, tembló la tierra y los hombres machos, también temblaron, se sintieron solidarios y hasta humanos, ahora, en el olvido se fueron transformando. Son una especie nueva de cerdos, no soy York ni alimentados con bellotas. Su alimento es mierda, su alma es mierda, por lo tanto son una especie de seres llamados cerdos mierda y certificados de origen.

Haya momentos que alguien debe morir. Para que continuar con excremento en las paredes, en los cerebros , en el cinismo de la risa, en la contundencia de la sangre, en el odio y el cinismo, en la falta de gratitud, en la sombra de un pájaro, en la palabra verdadera, en la miel que da la abeja, en el andar de Pedro, en el zapato de Josefa, en el recuerdo grato,en un cerco de pestañas,en la corriente de agua, en Borges argentino , en la nube que pasa y la tormenta cruda. Hay una ausencia que no se olvida, el pájaro y los versos, el sombrero y la bufanda, el camino que no me deja, el buscar un sitio para meter la vida, como si fuera principiante, como si fuera niño de nuevo, comer una naranja, hurtar el vino, y descubrir que la presencia de mi padre siempre es cierta, es idea de un domingo, donde compro un helado y me siento en un escalón de la casa de mi abuela, que me cubra la noche, su profundidad,que busque la posibilidad de seguir la tarde, toco una armónica y la nota se va. Divago por la noche y las canciones de un cantor, y sus verdades.

Busqué una llave de aquellos años. Estaba en mi bolsillo, junto a unos cigarros. Me detuve en el tiempo y supe que ahí estaría el tiempo nuevo, llegaría nuevamente mi abuela,mis parientes muertos, perdidos en el tiempo de los muertos. Tomé la llave y entré a ese nuevo viento, esperando el regreso. La nueva vida que regresa, porque uno extraña la casa cuando anda en la calle.

Original de Alfredo Arrieta Ortega.
Nec spe, nec metu
Sin esperanza y sin gloria
Para el pueblodetierra.
República de México.