domingo, 30 de agosto de 2009

BLANCO, GRIS, NEGRO


BLANCO, GRIS NEGRO.


Hoy te arrellanaste en el sillón, clavaste los ojos sobre esas líneas mal escritas, delgadas y azules.
Tus cuencas se convirtieron en lagos salados, sabías que tales garabatos los estampó la manita de Maritza, la pequeña Máritza, esa niña menuda, inquieta por todo viva y despierta.

Por instantes te trasladabas a su barrio, a la casita de dos aguas estilo California, donde le arrojabas la pelota de motas rojas.
Esas mañanas las recordabas gratamente, mil ochocientos kilómetros recorrió tu pensamiento de Denver Colorado a México.

Querido papá : decidí escribirte para que prepares la fiesta de mis nueve años, además estoy feliz porque en septiembre podré besarte y contarte lo que sucede en la escuela.
¿ dime como ha estado Memo?,
le has dado su alpiste al canario?
Sabes papa, he extrañado mucho a orejas. Mamá me pide que rece todas las noches por ti, para que Dios te cuide.
No te olvides de regar la plantita violeta que me trajo mi abuelo.
Salúdame a Píchi, a Bebi y a Lucas, dile que pronto nos podremos subir al árbol a cortar manzanas.
No te olvides de mi, te quiere Maritza.

Dejaste sobre la mesita caoba la carta, esa carta que llegaba tarde, tal vez agradeciste al correo el retrazo.
¿ Dónde andarás ahora?
Te posabas en la ventana, pensabas, veías volar en grandes grupos a la mariposa monarca dirigiéndose a su santuario, huyendo del frío del Canadá.

Todo fue tan de momento, bajaste del coche y notaste al tipo de uniforme arrojar la misiva rectangular.
Ni siquiera pensabas quién podría escribirte, lo único que recibías eran cobros de tus acredores, e invitaciones para asistir a tiendas de descuentro.
Diescinueve de agosto, era la fecha en que te desenvolvías.

GRIS

El insomnio se apoderaba de ti, una inquietud que no podías describir te molestaba desde que posaste tus pies en el tapete.
Te dirigiste a la cocina como si presintieras que la tranquilidad se diluiría, e ingeriste el vaso con leche.

En las noches el medidor de tiempo incrustado en Catedral marcaba las dos y media. Tu cuerpo se revolcaba en todas las direcciones de tu cama, el ring¡-ring¡ insistente del teléfono terminó materialmene contigo, tu voz recorrió la distancia y preguntaste:
Siii?, Roberto es indispensable que te traslades a Denver, Maritza se ha puesto mal.. Tu corazón aceleró con miedo, deseabas saber que tenía. La mujer con quién te uniste en matrimonio hablaba atropelladamente.
Amaneció muy amarilla, se encuentra en el hospital Park 2710072. Tranquilizate le dijiste, por la mañana estoy con ustedes...

El clik terminó por despertarte, arrojaste apresuradamente la pijama, en movimientos rápidos buscabas la camisa, cerrabas y abrías cajones, tomabas cigarros, cerillos, dinero.
El pasaporte te indicaba que debías partir.

NEGRO

El vuelo transcurrió sin novedad. Notaste abajo la ciudad, la aeronave giraba en torno a ella, buscaba la señal para el aterrizaje. ¿ Cómo estará?

El cochecito amarillo de alquiler se trasladaba veloz devorando la distancia.

Los hombres de blanco te indicaban que habías llegado, tu ralo vocabulario en inglés se hizo entender, no preguntaste más, apareció la silueta de tu esposa. ¿ como está Maritza?
Esos ojos mostraban una aureola rojiza en sus contornos, Maritza acababa de morir...




5 de marzo de 1982.

Alfredo Arrieta Ortega.
México.

alfredoarrieta@terra.com.mx