domingo, 30 de agosto de 2009

SANTIAGO


SANTIAGO..

Ya vamos avanzando a lo que será una nueva vida , un nuevo tiempo , en donde no esté prohibido nada , en donde las reglas no tengan que ser utilizadas . Vivimos o estamos cerca de un nuevo contrato de la sociedad en donde ninguno tenga hambre, donde nadie robe , mate , extorsione . Donde ningún hombre en lo posible tenga hambre de nada . Todo estará satisfecho , nadie andará por las calles desarrapado, ni ninguno carecerá de educación . Incluso los perros ladrarán con suavidad , el insulto será desterrado , la clase política será decente , todos pagaremos impuestos , si enfermas podrás acudir al hospital más cercano porque todos tendrán derecho a la salud . Los Sindicatos con sus líderes infames serán cosa de otros tiempos . No habrá droga alguna , los niños estarán felices , e incluso los albañiles podrán habitar las casas que cosntruyen .
Esto es posible, gracias a los caminos que te conducen al sueño de la eternidad , a la puerta de esa posible dicha .
Como si fuera una película , de pronto descubrí que me encontraba en la ciudad de Santiago de Chile , era una ciudad de ultra futuro , de pronto me vi ahí , caminé por sus calles limpias, estaban estas calles un un tono entre verde y lima . Lucían impecablemente limpias , las personas que por ellas transitaban , también eran pulcras . Me incorporé al ritmo de los pasos de estas personas y mire una puerta de caoba fina , busqué el baño y me dirigi a mear a chorros , eran unas ganas infinitas de vaciar la vejiga . Después de lavarme las manos , acudí a una tienda de vinos en donde una señora de cabello rubio y enfundada en una bata roja me mostraba una enorme botella alargada que según decía era el mejor vino que producía el país chileno.
Pagué por este y en un apartado de ese establecimiento procedí a abrir mi botella y a la manera de Toti Soler, decidí darle mate. Lo bebí despacio y logré acabarme un poco más de la mitad . En esas estaba yo casi bebido , había en mí una euforia que por momentos me salió lo mexicano y ya muy pero muy borracho comencé a gritar : ¡ Viva México jijos de la chingada ¡. No lo hubiera hecho . Entraron unos polícias que por allá les dicen carabineros . ¿ Qué les pasa cabrones ?, yo soy de la tierra de Emiliano Zapata y si les parece poco también de Pancho Villa. Estos milicos no entendieron razón alguna . ¿ Les basta con Pedro Infante ?. ¿ O con Luis Echeverría ?. Entonces comprendí que en este país civilizado mis argumentos de nada valían .
Más tarde pagué una multa por injuriar a las personas .Me refugié en un parque en donde había un monumento a Víctor Jara , leí la placa , fume un cigarro , abrí una puerta y me regresé por las mismas calle .

Original de Alfredo Arrieta Ortega

Para elpueblodetierra

República de México.