domingo, 30 de agosto de 2009

EL GRAN ESCAPE




EL GRAN ESCAPE

No me la movie please, porque me la Paramount y se la Metro Goldwyn Mayer en la Columbia Picture. Voz popular...


Que años debieron ser esos de 1963, esos años tiernos en que yo debí tener 8. La ciudad de México era otra, podías ir solo a los cines y nunca te encontrarías a un gandul drogado. Los seres que se apersonaban en los cines de México, eran distintos, eran soñadores del matiné, algunos como el Roble tenían hasta estrellitas en el techo. Asistía a ese que se situaba en la avenida revolución, muy cercano a la calle de José Martí., por los lares de Tacubaya. Se podía entrar al disfrute del séptimo, con sólo dos pesos, de esos pesos que ya no existen; los pesos de plata. Allí podías incluso saber el destino futuro de todas las ilusiones presas, las ilusiones perdidas.


Compraba las palomitas de un maíz bañadas de azúcar, algún muégano, si me alcanzaba un chocolate Turín, que según decían era rico de principio a fin¡.
Posaba mis nalgas absolutas y entonces el noticiero se dejaba venir sin miramiento alguno: ¡ Las mejores modelos suecas en tu pantalla¡, el festival del vino en la España de charanga y pandereta, Unas líneas de Picasso sobre un vidrio logran lo que sólo un genio puede hacer; la figura de un torero¡. Ho chi min, dice que el pueblo Vietamita resistirá los embates del imperio. Fidel Castro reclama, insulta a Kennedy y dice que cuenta con el apoyo de Rusia, El politburó muestra su descomunal armamento, y sobre la Plaza roja de Moscú, desfilan convoys de misiles tierra aire, aire tierra, tierra tierra, mar tierra, tierra mar y todas las combinaciones posibles capaces de destruir el mundo en blanco y negro, el NO- DO. La imágenes se muestran rápidas que no te dan posibilidad de ir asimilando los ojos preciosos de Sofía Loren gritando como una callejera en las calles de Nápoles, en alguna escena de Federico Fellini. Las exposiciones de perrros finos: Galgos, Daneses, y hasta uno que otro de Pekín. Son llevados por sus aristocráticas señoras de las mejores familias de Europa, el bloff, la intrascendencia, la maravilla del arete, las perlas, los zapatos de luxe. Son finos los perritos, mueven la cola agradeciendo a sus amos.


Más adelante los ojos de Bilbatúa te llevan por todos los paisajes del mundo, desde la bella Suiza hasta los Pirineos, el mar Mediterráneo a la costa Azul, te lleva a Marsella o a las catarátas de Níagara, te sube a la torre Eiffel, o te pasea por los paisajes de la Alemania dividida.
Yo como y como, me empanzurro de cocacola y agrando mis ojos: Pomponio y un tal Kíkaro hacen chistes malos y bastante estúpidos.



Después de la espera la pantalla se inunda a todo color y en Panavisión por unos hombres que intentan salir de la cárcel, pero no era una cárcel cualquiera, de esas que te meten y te puedes aburrir. Nó, aquí los presos no eran unos presos simples. De pronto descubrías que entre los reos podías encontrar los mismo a James Garner que al forzudo Charles Bronson. Aquí los presos cinematográficos eran bastante conocidos: James Coburn , David Mc Callun, John Leyton, Donald Plascense, Richard Attenborough y por supuesto el super actor Steve Mc Queen . No recuerdo como se llamaba el personaje pero no importa, Steve llegó a ese campo de concentración nazi y cometía tal suerte de hazañas que a los pinches alemanes los hacía ver su suerte, además eran unos indeseables por encarcelar a huevo a los judios, quemárlos en sus hornos, hacerlos jabón y algunos hasta abrigos.



Una vez Fernando llevó a mi casa a un amigo de él. Esto fue motivado porque se le descompuso su coche Ford, esos bellos modelos de máquina 352, que rugía como León por las calles de Mixcoac y sus alrededores.
El tipo me decía que yo era un ario y que no debía desmayar, me incitaba a empujar el coche descompuesto. Cuando nada logramos, nos dispusimos a tomar café. El se decía alemán, de la mera mata de los germanos, su color era moreno, después supe que en verdad era originario de Torreón Coahuila. Era admirador de la Mercedes Benz, de la Cruz suástica y de la SS. El me mostró una ocasión un abrigo de “ pelo de judío “, lo miré y en verdad el abrigo estaba confeccionado de un material raro , que pesaba ocho kilos , que parecía cabello humano. Nunca lo supe a ciencia cierta, pero a los pinches alemanes alguien tenía que ponerlos en su lugar y por supuesto que el elegido sería Steve Mc Queen .



Una vez se escapó a bordo de su impresionante motocicleta, maniobraba las palancas con una habilidad de maestro, subía por las colinas y bajaba a toda velocidad por los prados, seguido de una turba de soldados grises con cascos de bacinica. Steve los retaba, hacía deslices y dejaba las marcas de las ruedas por todos lados. Cuando estaba a punto de ser atrapado empinó la máquina de mil caballos Harley Davison y a toda mecha se enfilo a la libertad. Esteve no calculó debidamente la altura de los postes y se fue a enredar materialemente con todos los alambres de púas en su cuerpo, piernas y manos. Pero no se derrotaba, apenas lo habían capturado y ya estaba planeando escaparse otra vez. Era llevado al calabozo próximo, entraba displiscente, se sentaba al piso y comenzaba a botar su pelotita de beisbol, en la monotonía de las horas grises. A momentos yo, dejaba de ser yo y me convertía en Mc Queen, ideaba las maneras de salir de ese campo de concentración, y vivía y moría mientras estaba enterrado como topo sacando tierra en las bolsas de mis pantalones.




Hace mucho que mi memoria no olvida, de pararme en la entrada de cine Ermita, en las funciones al dos por uno y hasta al tres por los mismos dos pesos. Cúantas emociones nos supo dar Steve, era el auténtico necio que no se dejaba doblegar por nadie, su aspecto era como el de un cínico, de un ser agerrido que nunca soltaba prenda, era el héroe de todos los que lo podíamos ver en la pantalla de plata. Sus ojos azules mostraban siempre un misterio, nunca una duda. Lo podías ver y confiar en él.
Ahora los actores son metrosexuales y bastante putos...

México.
Original de Alfredo Arrieta Ortega.
Nec spe, nec metu
Sin esperanza y sin gloria