sábado, 29 de agosto de 2009

ERA UNA FIESTA


ERA UNA FIESTA.




Cada que ingresas a la etapa profunda del sueño, eres llevado por sitios que hasta hoy no habías pensado. Quizá se deba a esta etapa cerebral en donde a veces pareces que estás despierto por lo real de las situaciones, pero no, viajas por ahí, sin un destino.
La subida es tan empinada que parece que tu pequeño automóvil no subirá, y lo empujas con el pedal y sube y sube y allá va tu Renault . Con esa dificultad de meter el freno de mano y maldecir al hijo de puta que se te paró precisamente atrás, lo más pegado que pudo. En una posibilidad de maniobra las llantas se colocan en la cúspide , bajas y lo primero que te imaginas es que alguna cámara portátil hará un acercamiento a tus zapatos sin bolear. Pero ningún camarógrafo está a tu pendiente. Pués no eres nadie.

Descubres mucha personas que se esmeran en frotarse los puños de sus camisas, de quitarle disimuladamente las arrugitas a sus vestidos, son de marcas registradas, que cada uno observa a discreción para después llevar los chismes a todas las oficinas .
En las entrada a esa fiesta del jet, hay dos o tres tipos que también se visten como los comensales, cadenas de oro, zapatos europeos. Ellos vigilan la entrada de los lujosos: El señor y la señora Wilson, la guapa Silvie Hertz, el honorable Fujimori etc .
Tú llevas a tus invitados personales: Una fila de desesperados y con mucha hambre:
El mecánico Nelson, el que pepena basura, el señor Guitierrez , la piruja Martita la chapis, el vago Ismael, y el loco de mierda . Ellos van contigo y por ese hecho pasan la prueba : van casi encuerados y en andrajos, las uñas sucias y muchos llevan sus barbas casi al ras. El que pepena basura también llevó escondido en sus andrajos a su gato guerro además de oración a San Judas Tadeo.

Todos mezclados se empiezan a sentar, posan sus nalgas en mullidos sillones, hasta allá les llevan viandas suculentas, todos tragan con ansias, más los desesperados, los bonitos, usan sus deditos con suma delicadeza para no ensuciarse. La pirujita Martita, se lleva una pierna de guajolote a la boca y traga y traga. Exije un poquito de mole, qué rico, una tortillita, école más . sí¡ .
Después bailan y sudados y borrachos se frotan los cuerpos: la señora Wilson por momentos se niega a bailar con el loco de mierda pero este la convence, cuando le dice; órale seño, soy bueno para el zapateo, no sea malita. Ella coloca su mano entre la sucia mano del loco y sujeta la otra a la cintura del depauperado. Se mueven de aquí para allá, y en un acto insólito él la besa con tal gana que ella sucumbe. El señor Wilson, se quita la ropa y comienza a batirse con el excremento de un baño, se lo pasa por la cara, los brazos y todo el cuerpo, como si fuera crema hidratante.

Después la guapa Silvie Hertz, que nunca aflojó la nalga a cualquiera, comienza a oler la caca de quién sabe, pero que a manera de perfume y feromonas expele el señor Wilson que lo imaginas un zorrillo . Se acerca a este y lo toma por el pelo, lo acaricia, lo besa, se baja los calzones y se frota al ricachón, que generosamente agradece sus caricias mientras le coloca en la bolsa del vestido un billete de mil dólares.
El honorable Fujimori, que no era más que un pinche corrupto de Sudamérica, mira la escena y le dice a su acompañante que le entre a la fiesta. La ojos rasgados se niega ya que sus principios espirituales le impedirían participar en esos desenfrenos. El vago Ismael, se acerca y dice : Que jais Fuji, le das chance a tu vieja que se mueva conmigo? Y el chale complacido le dice que sí... El Ismael, le acerca un cigarro de mota, que se lo ofrece después de darle una intensa fumada. La intoxicación es tanta que por momentos, al mirar a la japan, la ve hermosa, que buena está esa señora: Ella tiene 64 años, y parece de quince. El vago se acerca trata de abrazarla mientras un grupo de músicos se esmera con New York New York. Ora sí ya llegó su Buda, la acerca a su regazo y ella siente lo que nunca había sentido: el calor de un hombre...

Tú miras sin haber pescado a ninguna, todas están atadas, lo descubres por sus anillos de bodas. Pero no te importa, se acerca un mesero y te ofrece un pastel de la Gran Vía, con sus fresotas por doquier, todos tiene ya su ración, y comen y comen por momentos te acuerdas de Fellini cuando miras a esos cerdos todos gordos, rosados, viles. Cae un aguacero infinito y se hacen ríos, se llevan los pasteles de dos y tres pisos se colapsa la fiesta, les dices a los indigentes de todos los días que se queden allí con los demás, subes a tu carrito y propones dejar el asco. Son como las tres de la mañana. Alguién te robó el gato hidráulico...

Original de Alfredo Arrieta Ortega.
Octubre 17 2005.
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México.