domingo, 30 de agosto de 2009

SEÑORES


SEÑORES...




Resiento profundamente el no poder hablar como antes acostumbraba cuando aún poseía boca, saliva y aire, sólo que ahora las palabras rebotan sobre los ladrillos de mis dientes como si fueran bolitas de plástico.
Esta palabras no llegan por hoy a ningún confín auditivo, no hay quién me escuche, vivo aislado en mis terribles pensamientos, ustedes poseen cerilla amarga y sordera, son ajenos a mis gritos ahogados, a mis señales prolongadas. Pasan por mi lado como si yo fuera incorpóreo, intangible.

Me acerco solemne a cualquiera de ustedes, necesito saber cual es la causa de su desdén ciudadano de su apatía cerebral.

Ustedes son capaces con copas y alcoholes de pisotearse unos a otros, esa es la consigna y son felices pór ser tan pinches.

No pueden escucharme, sus oídos solo captan los decibeles del ruido simultáneo, solo escuchan los escapes de los autobúses y los rugidos feroces de la ingeniería automotriz.

Solo oyen el vuelo del jet supersónico, los danzones arrabaleros, el sonido de las maracas y los timbales, los lloriqueos del niño recién nacido y los discursos que no dicen nada,

Ustedes no pueden ser tan inmorales de no escucharme, si no puedo hablar, tengo entendido que desde milenios han existido señas, y los gestos. Les acerco la grabadora y bailan como muñecos ridículos y grotescos; se azotan por las banquetas como si recibieran espasmos de placer o piquetes intestinales, o toques eléctricos en sus genitales, se retuercen como gusanos mecánicos que arrojan sangre por la boca.
Extiendo la mano mostrándoles la Ley de Protección al medio ambiente, y ninguno le prestan interés, siguen con sus contorsiones y disfrutando en sus interiores ilusiones e infiernos.

Estoy desconcertado señores ¿ porqué sus jóvenes actúan en torno a las hogueras perdidos y borrachos, y arrojan discos y libros para verlos arder estúpidamente?.

Con lúgubres voces gritan : quiero rock, y chillan agudamenete las guitarras eléctricas, danzan desaforadamente, se embelezan con el taroleo de la batería, o se magnifican al ver las serpientes enredadas a sus cuellos.

Los televisores en sus ciudades están encendidos constantemente, los locutores inducen al descaro para que cada torpe grite por las ventanas, por las azoteas.

Ustedes piden unión en cadena nacional, para que digamos a pulmón abierto, hasta que estallen las quijadas y nos arranquen la esperanza de cuajo, que somos adoradores consuetudinarios del fut-bol, que no interesa, si come el hijo o la esposa, con tal de que no falte nunca la Caguama¨, que nos place el lugar que ocupamos en los Guines, respecto al alcoholisomo; que ya nos gusta y nos sublima la violencia por las calles, que nos conformamos al nutrir a nuestros hijos con marinolas y gansolines, con sabrituchos y pepsicolas, y aplaudir inmisericorde el acto político.

Que nos complace ver por las avenidas las bronceadas estatuas de los ladrones, y damos nuestra aprobación porque se mediatice a nuestros adolescentes con grupitos de escuincles asquerosos, y que nos sentimos mucho mejor por la penetración subliminal del norte,.

En barrios guapachosos, los ruidos son más arteros, los autoparlantes de alta fidelidad escupen a Rigos y Juanes Gabrieles.
En esos barrios la ventanita salvadora de las vinaterías hacen su agosto a costa de gañotes desesperados.
Ustedes siguen indiferentes de mis súplicas, no quieren entenderme son manadas de estúpidos.
Para ustedes soy un loco, cualquier insignificancia de persona.

Señores:

Debo hacer algo por la patria, aunque la patria,sea intangible, pero soy solamente uno, contra un mar de necedades.

Ustedes están dejando morir paulatinamente a esta patria, saben el cáncer y lo siguen alimentando,

En las calles chillan los niños, berrea el cantante y aquél radio jode constantemente la hora del obserbatorio.
La chimenea pita anunciando la salida de las costureras y aroja bocanadas de humo mexicano.
El imbécil grita gol y recibe los elogios del jugador número doce, sabe que es un elemento enajedador de vital importancia a nivel nacional.

Pretenden que ignore como sus comunidades obsoletas se arrastran desfallecientes, y como esos jovenes recolectan colitas de cigarro en bolsas de nylon y las usan como circulante.

Las aguas negras del Lerma yacen con coronas fúnebres de llantas deshechas por manejadores neuróticos; todo el surrealismo de Dalí se manifiesta en ese río, que ya no corre libre, sino que reposa anegado de focos, y peces moribundos, y latas vacías, y hules deshechables, y cuerpos fétidos cenizas que reposan olvidadas en su fango cotidiano.

Me arrepiento de ser como ustedes; de desperdiciar el agua mientras platico, de arrojar detergentes a las coladeras, y de pensar en las triquiñuelas del golpe bajo a mi enemigo, de urdir chismes para joder al de al lado, y tocar a nalgaditas a las jovencitas por la calle, de arrojar al suelo de los bosques materiales que no se degradan, y de aplaudir al ver sucumbir a los pájaros y derribar los árboles mientras me carcajeo, y de orinarme cuando me exigen las ganas.

Ni ustedes estimados señores, ni yo, hacemos absolutamente nada para detener la espantosa contaminación, siguen produciendo radio, y equipos estereofónicos, y ciudades industriales que ecuan angustiosas diarreas de deshechos químicos.

Somos estupendos depredadores y vociferamos porque la tierra está estéril.

Me arrpiento de ser como ustedes, contaminadores asquerosos, de hombres y mujeres, que emplean el petróleo para enriquecer las bolsas de finos casimires, y hacen gasolinas sofocantes, cosméticos para el cabello y aerosoles, y los tiran en los basureros a cielo abierto.

Por todas las zonas de mi patria, se hacinan, se duermen unos arriba de otros, no importa quién sea, todos están revueltos en su mimso lodo...



15 de junio de 1984.

Alfredo Arrieta Ortega.
Nec spen, nec metu
México.

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