sábado, 29 de agosto de 2009

CUARENTA Y OCHO


CUARENTA Y OCHO





Desde hace un buen tiempo has tenido las ganas de escribir todos esos recuerdos que se han olvidado entre el bullicio de las gentes, de los ruidos anònimos, o de aquellos años pinches que nadie sabe ya. Y por una causa u otra nunca concretas ya sea porque cuando estas en la idea de acercarte a los làpices, chin! Se frustra nuevamente. Tus dotes de escribir no son màs que la de muchos resentidos que finalmente se siente intelectuales pero son en realidad unos individuos que no saben hacer nada.

Luego te dan ganas de agarrar la màquina olivetti, esa que està fuera de circulación a la que todo le falla, se enreda la cinta, suena de todo, sus ruidos vuelven loco al gato que parece se tapa los oìdos . Ya en plena disposición, suena el telèfono y preguntan por Tatiana, quièn sabe quièn es, pero la buscan, después tocan a la puerta y te topas con un joven señor que te ofrece conectarte al sistema de televisiòn por cable, que te cuesta tanto para que finalmente te pasen esas viejas series del super agente 86, o aquellas que te aprendiste de chiquillo sobre Simòn Templar, es màs hace poco vino a tu paìs el actor Roger Moore , y lo descubriste bastante viejo, pero acertado en su defensa a la clase niño.



Aproximadamente deben haber sido los años sesenta en que te conocì, eras un niño flaquito, enclenque, que pasaba desapercibido por todos, tus diarreas eran constantes, debìas de haber tenido ascaris lumbricoides.¿ Te acuerdas de esa vez en que estabas jugando con otros chamacos al fut bol? , un niño màs pequeño se encontraba parado sobre la plataforma de un camiòn viejo. El era un niño moreno, la cara llena de mocos, sus manos sucias de tierra, y su mirada lejana. Josè, que asì se llamaba, señalaba con su mano hacia la zona del culo mientras lloraba, todos voltearon a verlo para sorprenderse con la imagen, una enorme y larga lombriz le salìa de entre las piernas, cuando un señor que pasaba acertò a agarrar un pedazo de papel con el que atrapò a la lombriz larga y de un tiròn la sacò como quièn desenrolla un cordel. Josè respirò aliviado porque se libro de mantener a su paràsito.


Aquella otra ocasión que pasabas corriendo con tus pantalones cortos cuando viste en ese solar un grupo de señores matando unos cerdos, ellos chillaban de una manera que los podìas perdonar, pero ellos nò. Asì que procedieron a ejecutar al cochino introducièndole un descomunal cuchillo en la zona màs sensible de su corazòn. Después en su afàn de destazar al animal, uno de ellos lanzò los genitales del puerco que volaron por los aires con todos sus pellejos para enredarse en el cuello de otro niño que pasaba por ahì.

Y asì ibas de un sitio a otro, deambulabas por cualquier rincón, y esperabas que oscureciera para irte a encerrar en ese cuartucho de làminas de cartòn negro que hacen màs patètica la existencia. Te subìas con otros mayores para colocar largas tablas que servirìan como soporte para encimar las negras làminas de chapopote. Después hacìas un agujerito en las corcholatas y con martillo a la mano dabas unos pequeños golpes para no molestar la làmina. Asì llegaba la tarde noche y pedìas a tu mamà un radio barato de AM que solo usaba en las mañanas mientras lavaba:
“ Yo quiero ser chofer de tu automóvil para agarrar las curvas de bajada/ , que sube y que baja que llega hasta el Plan a dònde van los muertos quièn sabe a dònde iràn…”.
A las siete en punto emitìa una señal màgica: RCN la radio en cadena Nacional.
Tara¡, taran…. Kalimàn¡ El hombre increíble ¡ . galante con las mujeres… tierno con los niños, implacable con los malvados, asì es: Kalimàn…

El hombre increíble no era otro que el mal actor llamado Luis Manuel Pelayo, pero èl personificaba con maestrìa a un individuo recio de carácter enfundado en un traje blanco que seguramente lavaba con Ariel. Kalimàn era el protegido de la diosa Kali que bien a bien no sabìas si venia de la lejana India, o habìa salido de esos libros de Lobsang Rampa, lo cierto era que este hèroe de ojos azules habìa sabido darle a los niños un sabor dulce de lo que podìa representar la amistad, la serenidad y la paciencia de la que ninguno de nosotros gozamos en la actualidad.
Ese encanto por las tierras del Tibet desaparecìa cuando Agustín Barrios daba sus comentarios sobre la gente popof, la que era capaz de pasar un fin de semana en Acapulco con la duquesa de Aquarone que finalmente mata al duque y sale en todos los periòdicos de nota roja.

De esos periòdicos que en verdad eran amarillos amarillos. Pero el que màs te impactò fue el saber de esa historia que se diò por el 67, donde unas señoras llamadas las poquianchis reclutaban jóvenes de las rancherìas de Guanajuato con el exquisito propòsito de convertirlas en putitas de 15. lo peor era que las obligaban a entregar cuotas cada vez màs altas y a las que se revelaban , puès estas nobles viejecitas poquianchis las mataban, Agarran sus cuerpos inermes y las aventaban a un hoyo previamente dispuesto en el patio trasero de su propia casa.
La justicia eficaz las detuvo y encarcelò en la municipal. Y asì fue que un dìa un joven que pasò por ti muchos años después, y que se llamaba Jacobo te dijo que si querìas ver a las poquianchis presas. Y ahì estaban dos tristes viejas, envueltas en un rebozo, arrugadas todas ellas, eran dos, vestidas de negro como la muerte. ¡Putas viejas…




Creo que era las cuatro de la tarde cuando la puerta de la entrada se estremeciò. Por los pasillos de madera apolillada se dejaron sentir los pasos duros de tu tìo el alemàn. Los daba con tal seguridad que quièn los escuchaba no podìa dejar de percibir un cierto miedo. Se acercò a sus dos hijos gueros y depositò en la verde mesa una bolsa de esas que se estilaban en los sesenta. Lentamente sacò algunos productos mientras le daba prioridad a sus litros de leche “ sello rojo “, metio el pulgar en cada uno de ellos y los bebiò: gorogororgo, hasta engullirselos completos. Sus gueros hijos y tù se quedaron atònitos porque no les ofreciò ni un trago siquiera.



EL WHISQUI


¿Quièn se puede acordar de un pinche perro que termino en un bote de basura?.

Un dìa el primo güero llegò con un bello perrito de corte salchicha, lo mostraba a todos y nunca dijo como lo obtuvo. Lo llevaba en una cajita de zapatos envuelto en una cobija . Tu extendiste la mano para darle comida y el perrito te lanzò una tarascada de la que nunca olvidas.

Desde ese dìa se odiaron. No habìa tregua, si entrabas te mordìa o te pegaba unas correteadas que cuando cerrabas la puerta, notabas tu corazòn agitado por el miedo que siempre te causaron los perros, pinches fobias. El wuisqui, se escribe asì?. Es que la cierta verdad te da flojera revisar un diccionario, pero no importa. El wuisqui se metìa en el jardìn de tu abuela materna y salìa con los ojos enrojecidos del coraje y con una enorme rata en el hocico. La despedazaba con furia, solo quedaban cachos y patas y plantas rotas. Luego descansaba a los pies de Lalo que era afecto a ser un perfecto guevon, nunca hacìa nada, solo tocaba boleros aburridos que decìan : muñequita linda de cabellos de oro y una sarta de tonterìas que su perro escuchaba complacido. Pero Lalo aparte de tocar la guitarra, tambièn era todo un instruìdo en la filosofìa, lo mismo te sabìa de los griegos que de los godos, te daba clases sobre la revoluciòn mexicana, pero tambièn sabìa de Lenin, . Lalo no era pendejo, era catedràtico de la Universidad. Lalo leìa y leìa metido en su cama hacia las siete y media de la tarde. Su rutina era la siguiente:

Ocho de la mañana: Se levanta y lo primero que hace es recoger el Excelsior , se entera de que Echeverrìa es el candidato oficial para ser presidente de Mèxico.
Entra a la cocina para prepararse sus huevos estrellados, toma cafè, y sale a su cuarto , toma su guitarra con una mano y con la otra lleva unos cancioneros de mùsica yucateca. Se dirige a la casa sola y en una silla dispuesta comienza su concierto paulatino. Su pùblico: el wuisqui.
Doce treinta : Deja su guitarra y acude a la entrada de la casa y sin mover un dedo ni inmutarse , permite que la anciana de su mamà carge la bolsa del mercado.
Lalo espera por la comida de las dos. Toma su sopa y platica, lleva una chamarra manchada de aceite, que se ha ganado de guisar para los gatos.
Lalo va a su cama lleva un libro de Neruda, se lo sabe, lo hojea con los ojos cansados, saca un pañuelo doblado y lo coloca en sus ojos, después duerme la siesta.
Un dìa Lalo esperò que llegaras para decirte apresurado y afligido que llevò al wuisqui al veterinario y al revisarlo le dijo: señor no hay nada que hacer su perrito està por desarrollar rabia. Asì que lo mejor serà que lo sacrifiquemos, siendo lo màs correcto que sea el amo quièn lo haga.

Lalo se dirigio a ti para decirte que con la escopeta de su papà lo mataràs. Y yo porque, està bien que nos odiabamos pero eso de matarlo. Nadie quiso hacerlo, asì que tomaste el vetusto arcabuz, y lo dirigiste a la cabeza del perro y sin màs tramite por cubrir jalaste el gatillo y adiòs wuisqui..


EL CHIVO PEDOTES…


El lugar se llamaba Merced Gòmez, porque era el nombre de un torero que nunca conociste pero que dicen eran bien famoso. Allí, en Merced Gomez se encontraba el manicomio de la Castañeda.
Todos los chavos de corta edad se daban a la tarea de inventar artefactos y tu no podias ser la regla rota. Tu hermano Mayor consiguió unas ruedas de acero que se llamaban baleros y se dedicaron a construir un carro que por timòn llevaba solamente una cuerda. El carrito de baleros corrìa en bajada a suma velocidad y nunca supiste como nunca se matò nadie. El verdadero miedo era cuando se encontraban de frente con una manada de chivos. Y era asì porque el líder de todos ellos era el chivo pedotes. Este chivo no toleraba que nadie se acercara y comenzaba en primer lugar a rascar con sus patas y a bajar apresuradamente la cabeza en señal de reto. Pero lo màs grave era cuando emitìa unos sonidos con su boca que màs bien parecìan pedos. Esto bastaba para que todos corrièramos atropelladamente seguidos por el chivo. Afortunadamente nadie cayo lesionado salvo algunos raspones de espalda de algún chango despistado.



EL ZORRO

En esa ocasión llego el zorro con una caja de cartòn en donde se depositaban sus ropas. Venìa del pueblo con el firme proposito de visitar s su mama. Ella lo encarò y le pregunto sobre su esposa, y los innumerables hijos que tenìa . Solo recuerdas que dijo que su hija Yolanda se habìa fugado con un bandido . después de las presentaciones preliminares procediste a prepararle su camastro. El zorro era uno de los hijos mayores del general . De joven se dedicaba a jugar en los billares del pueblo, o bien era cliente habitual de las cantinas. Un dìa le dijo al militar que querìa ingresar al colegio de los soldados, pero se le negò el permiso debido a que presentaba una sordera de Beethoven. El zorro no desmayò, pero nunca entrò al colegio. Sus tardes pasaban de la carambola al levantamiento de tarro, de la cerveza al tequila.

Acà se comportaba, porque no habìa nadie que le siguiera el juego. Lalo solo leìa y tocaba su guitarra. La abuela a sus quehaceres y tu a servir de su ayudante.

El zorro despertò el interès del chacachaca, quièn después de conocerlo le ofreciò trabajar en el Palacio de Bellas Artes. Y de esta manera, de los tugurios provincianos al mármol de los teatros, de las cantinas apestosas a los conciertos de gala.
Una tarde lo encontraste enfrascado en una disputa con un joven a quièn le decìan el Botello, la causa de esa pelea se debìo porque el botello le grito que era un viejo borracho. El zorro no soportò y ranchero a fin a punto estuvo de enterrarle un blando cuchillo en pleno Palacio del Arte.

El zorro asistìa a los lupanares del centro de Mêxico, llegaba y como pez en el agua pedìa su trago, las putas se sentaban a sus piernas y el las acariciaba al mismo tiempo que les decìa palabras suaves. Con decirte que una vez se enamorò de una de ellas y se tomò una foto en donde salìa abrazado. Esta imagen , la depositò en el correo con destino a sus esposa del poblado. Al reverso le decìa : Mira ya te cambie por una mejor. El zorro tenìa en aproximación unos 67 años.

Y los representaba bien, sus años y su apodo, que zorro por aquì que zorro por allà

El zorro vendìa cafè a los actores y artistas de todo tipo, pero para èl todos eran igual. Si un dìa llegaba Yupanqui, el zorro lo veìa, le servìa cafè y ya està. Se acercaba Facundo, miraba sus barbas y ya està. Que si pasaba Domingo cantando el funicu-funicula, poco le importaba. Y Teodorakis, y Moustaki, ninguno tenìa estatus. Solo pedian cafè esa es la democracia.

Una vez llegò un grupo de mùsicos, de entre ellos sobresalìa un señor que le decian Bardagui, le preguntaste si podia tocar cualquier cosa y te dijo que si. Ellos subieron una escalera para buscar al zorro quièn se encontraba situado en una ventana aventàndole piropos a las gatas del domingo. Volteo y dijo al grupo que fueran hacia èl. Sorpresivamente le dijo a un joven de pelo largo, pantalón de mezclilla y sueter de lana blanco: hijo, acèrcate vamos a ver a las muchachas…

Màs tarde ya acostados en sus propias camas le dijiste al zorro. Te acuerdas del joven que llamaste?. Era Serrat.¿El muchacho que me dijo coyote?.


Pasaron los años y el zorro volviò a su lugar. Acudiste a un hospital del Seguro Social situado a mil kilómetros de tu casa. Cruzaste el umbral y con paso firme y mirada altiva llegaste a su lecho. No recordo ni tu nombre sus recuerdos estaban perdidos . El zorro siguió emborrachàndose hasta caer y fracturarse la cadera. Y en la imposibilidad de seguir sostenièndose, decidiò colgarse de un mecate en la regadera del baño de Cuca.


Material de archivo de Alfredo Arrieta Ortega.
México.

alfredoarrieta@terra.com.mx
gatodelperro2000@yahoo.com.mx







LA RAPIÑA



La cadena sonò con insistencia. Era Pepe , llegò para avisar que murio la abuela. Que mala suerte cuando se muere la abuela. Porque ella hablaba tan rico. De las muchachas de la calle decia que eran pajuelas, cuando se enojaba su frase predilecta era: Con una cabrona ¡. Tu abuela ‘platicaba de cuando conocio a Pancho Villa, el general roba vacas. Viejo tan feo, decìa parecia perro. Una vez estaba recièn parida de este- se referia al zorro_, llego tu abuelo con la cara pàlida parecìa vela, entrò y lleno de miedo nos dijo : salgan vamonos, acaban de avisar que Villa viene bastante enojado. Salieron todos con el Jesús en la boca, apenas acababa de arrojar la placenta y ya subida en un caballo que sabia remontar las colinas, ellos subiendo por una, Villa bajando por otra. Tu abuela hablaba de todo. Una vez te platico del enorme sentimiento que le provoco el enojo de tu padre. La razon fue que el llego en sus 20 años, pero el motivo de su furia no lo supiste. Buscò la foto familiar en donde se encontraban todos perfectamente colocados y procedio a quitar su imagen que se encontraba precisamente sentado en las piernas de su mama cuando tenia dos años. Tu abuela quedo con un hoyo asi de inmenso que causo un gran dolor en la vieja.

Una mañana del 72 abriste la puerta de su cuarto para decirle que te ibas al colegio. Ella te mirò con una mirada bastante gris, te dijo que iria al norte para comprar una casa en donde vivirian los dos. Te indico que cuidaras sus plantas, que no fueras a dejar de regarlas un dìa si y un dìa no.

Ella partio en ese mes del 72 y ya no la volviste a ver. ..


Quien se asomo por el agujero de la puerta roja descubrio que era Pepe, abrio la puerta y sin màs dijo que la abuela habìa muerto.despues de fue.
Dias atrás ella te dijo que el doctor le habia recomendado una nueva operación de seno y ella no estaba dispuesta a sufrir nuevamente otra mutilación, parecere hombre. Ella sabìa que el cancer la estaba invadiendo y precisamente se la comio.
Dicen que se retiro a su cuarto después de haber cenado ligeramente, y minutos mas tarde empezo a vomitar sangre.

La casa de Mèxico quedo tan sola, dos habitantes . que se dispusieron a asistir al funeral y lo primero seria resolver como llegar a mil kilómetros y sin un peso.

Pasaron los dias hasta que llego la rapiña, los muebles, objetos y recuerdos de tu abuela fueron saqueados de manera infame. Sus licuadoras, pocillos de barro, hasta su canasto para los huevos se llevaron, cargaron con el piano, las macetas, los cuadros, aquellos candiles blancos, con sus tazones redondos. Los platos. No se llevaron al perico porque nunca tuvo pericos. Las fotos, hasta el alma de la fotos, todo se llevaron, rompieron anaqueles y roperos, y su ropa , aquellas capas verdes , grises, sus zapatos, sus cobijas. Que fue de sus centenarios, sus relojes, sus pulseras para la reuma


EL HIJO QUE NO TENIA.


Una ocasión se presento un individuo de aproximadamente 25 años, dijo decidido que si en esa casa vivia Lalo, confirmaste con la cabeza y lo hiciste pasar. Apresuradamente acudiste con tu abuela a comentarle el hecho y ella confundida expreso que Lalo no tenìa hijos . anda y avìsale. Asi que traspasaste la barda porque en ella habia una puerta que a su vez comunicaba con la otra casa. Allì y disfrutando el sol de mayo Lalo tocaba la guitarra placidamente sin complicación alguna. Le explicaste la situación y lo mismo te dijo. Yo no tengo hijos!.
Los dos llegaron a donde dejaste al joven y se quedaron viendo , sin prisa. Tu y la abuela trataban de descifrar el enigma y querìan encontrarle parecido.Puès sì se parecia . Resulta que Lalo cuando joven tenìa una novia a la que dejo con el propòsito de estudiar en la capital. Pero ella no se resigno y supones que copularon. Este hecho se olvidò y vino a revivir muchos años después . Los dìas pasaron y el joven se despidiò no sin antes recriminar al viejo su proceder de tantos años. Lalo extrajo algunos billetes para darle pero este gesto fue rechazado. Jamàs volviste a verlo.

Original de Alfredo Arrieta
Nec spe, nec metu
Para elpueblodetierra.