sábado, 29 de agosto de 2009

AL MAESTRO ATAHUALPA YUPANQUI

AL MAESTRO ATAHUALPA YUPANQUI






Los recuerdos que tengo de este viejo compositor de la Argentina son tan claros que no se pueden olvidar de la memoria.
Debe haber sido allá por 1970, me encontraba escuchando un recital de Don Ata, estaba situado no en el sentido en que estaba el público sino que podía observarlo de perfil tocando su guitarra con esa habilidad que sólo puede dar la sensibilidad y la experiencia. De momento se me acercó un señor de unos treinta años y me solicitó que lo apoyara en la situación de que al terminar el maestro argentino le detuviera momentáneamente la guitarra para que él a su vez agradeciera los aplausos del respetable.
Así lo hice y hasta me entretuve en dar uno que otro rasgueo al instrumento de estupenda calidad.

Don Ata , termino , se levanto de una silla y se encamino hacia mí sin saber quién era y me dejó su guitarra. Después regresó estiró su brazo la tomó y volvió a terminar su ejecución musical de milonga.

Más adelante en los camerinos me lo volví a encontrar dando autógrafos a quién se lo pedía, así que tomé un programa y le solicité uno . Me pidió una pluma me dijo que me la devolvería y escribió: Atahualpa Yupanqui para Alfredo con afecto.

Nov4-2000



EN GUANAJUATO


Tiempo después me encontré un día en esta ciudad del bajio mexicano, Guanajuato es como réplica de cualquier ciudad de España. Callejones en todos lados, empedrados cuidadosos, fachadas finamente pulidas, balcones con flores, plazas y recodos.
Me encontraba deambulando por una callecita cercana a la Alhóndiga, ahí en donde colocaron en una esquina del edificio y sujeta a un gancho la cabeza de Don Miguel Hidalgo, quién era el libertador de México.
Así caminaba cuando observé a un joven de unos 25 años, de tez morena que tocaba la guitarra, no sé que canción. Me acerqué en mi calidad de escucha , lo felicité, e inicié una charla musical. Me explicó que él cantaba en una estudiantina que los españoles le llaman tuna. Tocó algunas: tan, tan,tan, tan....

Pero en la platica de esos rumbos, me dijo que admiraba al un compositor de la Argentina, pregunté: y displiscente me contestó que uno llamado Yupanqui.
Le expliqué que mi persona lo había escuchado en el Palacio de Bellas Artes, con un ensimismamiento casi ritual y que además tenía en mi poder un programa en donde me firmó complacido.

Posteriormente cuando regresé a México, es decir a 400 kilómetros al sur, tuve el propósito de acudir al correo y enviarle ese programa que supongo lo recibió gustoso. No lo volví a ver.



Alfredo Arrieta Ortega.
México.