sábado, 29 de agosto de 2009

EL PASADO REDIVIVO EN UNA FIESTA EN SANTIAGO TILAPA.

EL PASADO REDIVIVO EN UNA FIESTA DE SANTIAGO TILAPA.



México d.f. 15 de agosto de 1986.


SR MANUEL BECERRA ACOSTA.
DIRECTOR GENERAL DE UNOMASUNO.
Presente:


Sr director: en anteriores ocasiones he tenido la oportunidad de desplazarme al interior de nuestra república, cada región, cada rinconcito visitado lleva implícito un majestuoso mosaico cultural, y a pesar de la penetración extranjera, los medios de comunicación son en gran medida culpables de las deformaciones de nuestros pueblo., el culto a sus fiestas, a sus orígenes, sigue vigente. Así he aprendido a observar, digamos meticulosamente algún suceso inmediato por ejemplo: me dirigí a pesar de mi pereza, a un pueblo en el Estado de México, por buen nombre : Santigo Tilapa por los rumbos más comentados de Santiago Tianguistenco. A medida que se avanza por la carretera encuentra uno distintos tonos de verde, los ojos y la mente entran en una especie de relajamiento, los pájaros vuelan libremente, dan volteretas en el cielo. Primero se llega a un pueblo llamado Magdalena, ¿ o Gualupita?, y unido a él, Tilapa.

En una primera intención, topa uno con el mercado, juegos de artificio, ollas de barro, personajes insólitos, mujeres en los lavaderos platicando el chisme del día. El ambiente es lluvioso, la neblina corona los montes, las milpas jiloteando. Después el baile, acompañado por vals de Strauss, la novia entrada en años se deja llevar, su vestido nupcial húmedo se encuentra, uno-dos-tres. Uno-dos-tres. Pido a Manuel que baile con ella; un viejo observa la escena y su expresión facial parece decir: ¡ Cuántos se han casado ¡, ¡ Cuántos se han ido ¡.¡ Cuántos nos habremos de morir¡.

Las gargantas reciben gustosas chorritos de chocolate, los bolillos se despedazan tiernamente para adentrarse en esa leche con cacao, alguna mano morena alguna voz rasposa ofrece brandy ,¿ brandy después del chocolate?.

Aquí sientes la cortesía de los rostros oscuros, de los ojos negros, aquí nadie es extraño.

Un retrato hecho a lápiz contempla los acontecimientos, alguien explica que se trataba del hombre rico de la región.
De la viga allá en el techo pende un foco amarillento, abajo, en un templete dos santos nos escudriñan y parecen preguntarnos ¿ y sus pecados?, nadie los vé.

Más adelante, nos dirigimos a otra cosa de las tantas que hay, ¿ aquí viven cinco mil habitantes?.
Es la 1:45 de la tarde, la mejor tarde cada quién con sus mejores galas, el acontecimento es tan importante que alguno de boina, en pleno ágape celebró con esta palabras : “ Dos polluelos emprenden el vuelo”. El cogñac se escurre hacia los vasos, viene el mole tradicional, los oídos se deleitan con el grupo músico vocal “ Las palmeras tropicales”, los apartos rezumban y una voz chillona se da a entender : “ Carmen se te perdió la cadenita, con que tú te divertías” Carmen., la voz se pierde entre el barullo. La lluvia vuelve la tarde gris.

Mis pasos se encaminan al templo, el altar es “ orégano” puro, algunos rezan, las mujeres se ocultan sumisamente en sus rebozos.

Pero el impacto, llega. Lo trascendente de esto es la representación que hacen las mujeres y los hombres de la hacienda de otros tiempos, cada quién lleva su papel, cada quién es su propio actor; el amo, el administrador, el mayordomo, los peones dialogan: “ El patrón manda avisar que la mula que más quería”. La orden se encamina al segundo en jerarquía hasta llegar a quién lo ejecuta, más adelante, se origina el baile, no son tarugos, llevan el paso, al ritmo del mariachi que los acompaña. Esto ven mis ojos, es antropología neta, aquí se mezcla la opresión de otros tiempos, la religión del santo patrono, con alguno que otro corte de pelo tipo moderno, pero no importa, la lluvia continúa, las manos de los danzarines se introducen a sus respectivos morrales, extraen dulces, galletas Marías, cigarrillos de todas marcas y los arrojan al propio pueblo – público-, como fruto representativo del trabajo. Los más alegres, desenfundan tamaños cuetotes y balazos al aire..

Se hace tarde, una mujer llora sola, me despido del hijo de Herriot, mi gato, retrocedo en los recuerdos, Manuel continúa el bailongo, me alejo mientras la lluvia se hace acompañar de un frío de los mil diablos.




Alfredo Arrieta Ortega.
Héroes de Padierna 14-10.
Col Tacubaya
11870.
México. D.F.

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