sábado, 29 de agosto de 2009

ANDUVE



ANDUVE



De vez en cuando tomo la pluma para decir cosas , como si fuera un deseo escondido o una cierta forma de obligar a las palabras a quedarse plasmadas para que algunos ojos invasores devoren los adjetivos, para que los cerebros asimilen el dictado de lo escrito.
De vez en cuando, también me ocurre que debo caminar, no importa que el tiempo exista en el ambiente, lo mismo da que el aire despeine los cabellos, o que la lluvia los moje.

Así anduve y anduve, mezclando dicha y pesar por el México viejo, con los periódicos dispuestos y la guía roji para orientarme, el reloj lo dejé sobre la mesa, olvidado, con toda la alevosía de mi parte.

Aprendí a leer si el recuerdo no me engaña hace un poco más de 20 años, de la manera mas eficaz sin profesores titulados, ni maestras púdicas.

Tomaba el destartalado autobús verde perico, reclinaba mis rodillas en el asiento mientras los anuncios aparecían apañados a las paredes, sujetados con tornillos, apretando tuercas a nuestra conciencia, y atacando al subconciente.

Te decían mil cosas, mientras hipócritamente consumían energía elécrica, dándole según el publicista una sensación de hacer nuestra ciudad cosmopolita, al grado de compararla con los nueva yores..

Es una cosa horrible que esta ciudad capital, parezca pueblo, por esos los restaurantes de lujo lucen impresionantes anuncios estilo inglés.

Los edificios de la época colonial pasan a segundo término, lo importante ahora es vender, vender cualquier cosas, comerciar con plásticos y ropas, aquí todo se vende, nadie sabe lo que compra pero todos estamos ávidos de conseguir dinero, para llenar las casas de trebejos inútiles, para llenar las casas de tiliches y cachibaches..

4 de agosto de 1985.

Alfredo Arrieta Ortega.

México.

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