sábado, 29 de agosto de 2009

DE NUEVA CUENTA EL TORO



DE NUEVA CUENTA EL TORO.

Salvador Dalí


Esto que me está pasando no creo que nadie lo pueda soportar . Y es que eso de soñar nuevamente a un toro embistiendo , no puede ser . Es un toro descomunal, parece una máquina de ferrocarril , se aparece sin que lo llame y sin estar en ninguna plaza , acude el muy hijo de puta en dirección a mí cuerpo . Lo veo con esa furia , se aproxima con sus veloces patas , alza la cola , miro como llega . Yo tengo 16 años, pero ni aún con las mañas de esa edad o la posible ligereza que dan esos años me puedo escapar del susto que me da el animal .

Es un toro negro de enormes ojos negros , llenos de furia como si yo fuera el encargado de que algún torero español le clave su espada en el lomo y después se ufane de sus hazañas.

Este toro negro se me echa encima y pasa muy cerca de mi cabeza , de momento me veo con el cerebro traspadado de lado a lado , pero llega una mano y me jala , yo mismo me veo con el cerebro traspasado pero soy yo mismo quién me posibilito la manera de zafarme de tan dura embestida.

Me sacudo el polvo y ya repuesto de la revolcada , tomo una maleta y echo a andar .
Ahora en el sueño de esta madrugada del 2006 , me encuentro en crisis que no es otra cosa que una depresión simulada , sudo a chorros como los animales y la barba me crece más de lo que me gusta . Mi barba sale blanca como le sale a todos los viejos , yo quisiera una barba como la de Ernest Hemingway , pero el tipo que yo tengo es de un sujeto vasco , de esos delgados , de huesos endebles y cara larga .

Froto las manos sobre el pelo a manera de quién lo limpia , me fumo un cigarro de aquellos que aún conservo de los años 70 creo que se llamaban Baronet . Elevo las bolutas de humo y fumo y fumo en el patio rojo , el patio de la parte de atrás de la casa de mi abuelita . Miro las paredes altas que rodean ese patio y me acuerdo cuando trepaba sus paredes trastabillando entre los ladrillos sueltos y miro a los gatos , y los gatos me miran como diciendo usurpador de nuestros tejados . Allá veo una plantación de chabacanos , y me acuerdo cuando me los robaba y los echaba en una bolsita de nylon . Esa plantación se encontraba precisamente detrás de la casa , el patio posterior era su frontera . Cuando me asomaba entre los orificios descubría a una joven niña que le decía la pelona . Tenía cáncer y las terapias la hacían ver a la manera de Lex Luthor.

Estoy en ese patio trasero y subo como ya te dije hasta el techo donde miro los árboles de chabacano y miro a la pelona . Son las seis y casi las siete de la noche de ese verano de 1973 y me asomo por el pequeño domo del baño . Allí observo unas sombras disimuladas. El se encuentra detrás de una joven morena y se encuentran em movimiento ; uno y dos , después se escuchan gemidos , tienen sexo . Me siento caliente del cuerpo pero me controlo, soy aún un joven que debo de interesarme por las cuestiones escolares .

El olor de las plantas de mi abuela aún lo respiro a pesar de que ella ya no está en este mundo., miro de reojo y de perfil ese patio trasero y sé precisamente hasta en donde estaba situada la coladera por donde se iba el agua que yo echaba cuando lavaba ese patio , y lavaba la ropa , y también le ayudaba a mi papá a cocinar esa enorme cabeza de res que muchos le hacían el feo cuando él llegaba . Esa res asesinada sin cuerpo y con unos grandes ojos negros saltados , fuera de sí , de órbita .

Azóto el periódico de hace algunos ayeres y después de escuchar los chillidos del gato amarillo, él se desliza despacito hasta mi cuarto y con su taladro auditivo empieza su joder.lo único que lo doblega es el ruido del papel . Así que vuelvo a la pesadez , apago la pestaña y me sumergo en esas oscuras neblinas.

Estoy entrando en las habitaciones de Claudio Arciniega , miro por las puertas que en verdad se cierran por sobre todas las cosas . Primero tomo su perilla blanca y cierro lentamente hasta que escucho un click , después vuelvo a mirar por entre los pequeños cristalitos rectangulares , así cierro la doble puerta y coloco una enorme aldaba . Todo queda sellado . Camino silencioso , para esos momentos mis ojos ya se acostumbraron a lo negro , miro en esas habitaciones siete camas , en ellas se encuentras siete cuerpos , es posible que sean algunos de mis familiares vivos o mis familiares muertos , es que no puede ser de otra manera porque así los conocí , primero vivos , después muertos . En una de las camas se encuentra Lalo , mi tío , ni para dormir se quita las antiparras , que son como llamaba mi abuela a los lentes . Allá está acostada Chelo , esos lo sé porque veo su trenza negra . En aquella otra descansa un suéter amarillo ocre que por las mañanas se pone Valdemar . En aquella más atrás se aprecia los pelos o las greñas de Fernando , en aquella chiquita duerme plácidamente Camerina , es que ese tipo de sueño sólo lo logra cuando se mete a bañar con agua caliente y en su propia tina . Y en esa última estoy yo agarrándome los huevos, es que es una afición que tengo desde que era niño .

A todos los miro , están en el sueño de los dormidos y en el sueño de los muertos , todos están en su respectivo tiempo , no se imaginan que ya han pasado muchos años desde que están dormidos , deben de pensar que están dormidos porque es la noche del sueño . Debo aclarar que algunos de ellos aún están vivos , y otros ya son polvo , qúe más dá .

Entra una luz que proyecta la luna , eso lo sé porque la estoy mirando , se aparece una paloma blanca en vuelo recto , cruza todas las camas y se posa en la cama de mi abuela . En el pico lleva una ramita de olivo , ¿ pero de dónde lo sacaría , si en estas regiones de México no hay olivares ? .



Original de Alfredo Arrieta Ortega.
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México.