sábado, 29 de agosto de 2009

EL ACELERE


EL ACELERE




Por el interminable trazo de las calles, por los interminables amarillos de los semáforos, por los inaguantables impermeables y la lluvia, transitan los zapatos.

Te gustan los charcos sin embargo, el sentir húmedo de los pies, los sapos y las ranas.
Extiendes el brazo para alcanzar el pasamanos, pero el camión es más rápido y ha tragado gentes, albañiles, carteristas, sudores y malos humores.

Enfrena y rechina, todos se sangolotean en ese vaivén no de olas, sí de huesos, faldas, vestidos, abrigos y carne.

Continúa la lluvia, el aguacero...
Ha empezado el noticiero para dar el santo y seña; para dar el menú de los corresponsales.
Corres calles burlando a la gente y solo alcanzas a divisar el humo del mofle, y la invitación para conocer la guapa Orizaba.
El que ayuda al conductor, el que reparte los boletos a cambio de unas monedas, sin ser Judas.

El que te da derecho por ese dinero a adquirir el embelezo de los apretujones, y el contacto deseado entre varones y damas.
Saca la cabeza y grita: órale ñis, desafana la polilla.
Pero el dolor reumático impide el acelere.

Es el único camión y te llevará a la nocturna colonia...


Alfredo Arrieta Ortega.

22 de mayo de 1984.

México.

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