sábado, 29 de agosto de 2009

EL PAYASO


EL PAYASO



Un día el señor no soportó más representar el papel que se le había asignado dentro de la humanidad, donde derramaba lágrimas, reprimía angustias y mezclaba dolor con desconsuelo.
Se sentía un ser humano abandonado, nadie lo mimaba, pués su mamá hace años que había fallecido, y sus tías las de Irapuato se conviertieron de dos señoritas beatas, en unas chicas alocadas decididas a iniciar una vida nueva llena de alegrías.

El panorama del señor era negro, así que decidió cortar su vida por lo sano. Se compró un cuchillo templado que solo mirarlo producía terror. En los momentos de sostenerlo entre sus manos para descargarse el tajo mortal, mostró una inseguridad tal que corrió a tirarlo hasta donde le alcanzaba la fuerza de su mano.

También compró una vieja arma alemana en el bazar, pués planeaba volarse la tapa de los sesos. Cuando de repente el arma empezó a tiritar sin vomitar un solo disparo.

Compró un mecate para ahorcarse, pero desistió de su afán al razonar que dicho lazo le dejaría enorme marca en el cuello, que dirían sus amistades cuando lo vieran por el espejo de la caja fúnebre.

Tenía que pensar en una solución menos dramática, algo donde su imagen de viejo conservador del siglo pasado no se viera deteriorada.
Hasta que por fin encontró la solución a sus problemas.

Se compró un traje de payaso, consiguó empleo en un circo y hoy divierte a los niños, emite sonoras carcajadas en donde nadie nota que su infelicidad se oculta perfectamente tras el maquillaje.


7 de mayo de 1981.
Alfredo Arrieta Ortega.
México.
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